En plena era digital, la renovación continua de los medios de comunicación impide superar el histórico debate entre las corrientes apocalíptica e integrada iniciado a partir del siglo XVII, una dicotomía obstinada y artificialmente mantenida en el tiempo, que continúa contraponiendo bienestar y progreso contra deshumanización y tecnocracia.
En este contexto teórico, la complementación de los medios o la adaptación permanente de las diversas tecnologías sintetizan las posiciones más enconadas, toda vez que el imparable avance tecnológico arremete en las sociedades provocando cambios estructurales de difícil predicción. Nos hallamos ante el despegue imparable de las nuevas tecnologías, que sitúan el intercambio de información asincrónico, desubicado y sin jerarquías aparentes como fuente de poder, provocando también contradicciones dispares; tales como el hecho de tener más información que nunca mientras se ahonda la brecha digital entre ricos y pobres, o precisamente esa mayor disposición informativa que desata una inusitada confusión por la tendencia a la inmediatez y la superficialidad en el uso de éstas.
En la práctica, esas nuevas tecnologías de la información, cuyo máximo exponente actual bien podría ser Internet, han disparado la interrelación personal y grupal en un contexto global o mundial, permitiéndonos descubrir nuevas formas de democracia participativa complementarias a los cauces actuales; ahondar en el conocimiento de ideas, culturas, lenguas y realidades socioeconómicas diversas; o modificar los viejos estándares de los sistemas administrativo, formativo y laboral en todo el mundo. Todo ello, desde la realidad más cercana proyectada a lo que acontece en el mundo exterior, y desde una realidad global que se conoce y que puede aplicarse y regularse en el contexto local, con el apoyo y el compromiso necesarios de todas las instituciones. Sin duda son razones como para abordar el uso y conocimiento de las nuevas tecnologías con interés, esperanza e ilusión por un mundo mejor, sin olvidar, que son sólo un instrumento al servicio del ser humano, con sus visibles e innumerables ventajas. Y con sus no menos evidentes contradicciones.