miércoles, 20 de diciembre de 2006

NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN

Un instrumento al servicio del ser humano

En plena era digital, la renovación continua de los medios de comunicación impide superar el histórico debate entre las corrientes apocalíptica e integrada iniciado a partir del siglo XVII, una dicotomía obstinada y artificialmente mantenida en el tiempo, que continúa contraponiendo bienestar y progreso contra deshumanización y tecnocracia.

En este contexto teórico, la complementación de los medios o la adaptación permanente de las diversas tecnologías sintetizan las posiciones más enconadas, toda vez que el imparable avance tecnológico arremete en las sociedades provocando cambios estructurales de difícil predicción. Nos hallamos ante el despegue imparable de las nuevas tecnologías, que sitúan el intercambio de información asincrónico, desubicado y sin jerarquías aparentes como fuente de poder, provocando también contradicciones dispares; tales como el hecho de tener más información que nunca mientras se ahonda la brecha digital entre ricos y pobres, o precisamente esa mayor disposición informativa que desata una inusitada confusión por la tendencia a la inmediatez y la superficialidad en el uso de éstas.

En la práctica, esas nuevas tecnologías de la información, cuyo máximo exponente actual bien podría ser Internet, han disparado la interrelación personal y grupal en un contexto global o mundial, permitiéndonos descubrir nuevas formas de democracia participativa complementarias a los cauces actuales; ahondar en el conocimiento de ideas, culturas, lenguas y realidades socioeconómicas diversas; o modificar los viejos estándares de los sistemas administrativo, formativo y laboral en todo el mundo. Todo ello, desde la realidad más cercana proyectada a lo que acontece en el mundo exterior, y desde una realidad global que se conoce y que puede aplicarse y regularse en el contexto local, con el apoyo y el compromiso necesarios de todas las instituciones. Sin duda son razones como para abordar el uso y conocimiento de las nuevas tecnologías con interés, esperanza e ilusión por un mundo mejor, sin olvidar, que son sólo un instrumento al servicio del ser humano, con sus visibles e innumerables ventajas. Y con sus no menos evidentes contradicciones.

Cibercultura, analfabetos digitales, democracia electrónica y un sinfín de anglicismos

Pasear a través de las páginas que definen y ahondan en el estudio de la revolución de los nuevos medios digitales supone un enigmático viaje a través de una nueva terminología que genera un hondo estupor a aquellos que, como yo, somos noveles en el ciberespacio. Analfabetos digitales, cibercultura, democracia electrónica y un sinfín de anglicismos conviven en una nueva geografía sin fronteras en la que transitan personas a través de nodos infinitos con el objetivo de agruparse en comunidades digitales o con meras intenciones profesionales en busca de una respuesta en el nuevo universo que todo (o casi todo) lo sabe. 

La primera parada en este nuevo museo de la vida en el que apenas llevo unos días es un interrogante para el que aún no tengo una respuesta rigurosa: ¿formo parte, tras mi viaje iniciático, de la cibercultura? Apenas tengo argumentos para saber si mi deambular sin un rumbo fijo por el ciberespacio me situará inexorablemente en un nivel de acceso a la cultura que hasta ahora me era ajeno. Creo, no obstante, que el afán por acceder a ella es más importante que el soporte que se usa para el enriquecimiento personal. Ello no resta valor a un instrumento que nos permite viajar hasta lugares inhóspitos hasta ahora desconocidos desde los que surgen voces aisladas que airean sus vivencias y que nos supone un ahorro de tiempo en búsquedas en las que hasta hace poco empeñábamos horas, días, meses e, incluso, años. 

Sin embargo, la nueva revolución orquestada por la entelequia que representa la majestuosa Red -con mayúscula- no lo abarca todo ni todos pueden acceder a su más preciado tesoro: la información, el mensaje, el emisor que se convierte en receptor y viceversa. Y es ahí donde aparece la figura del analfabeto digital y donde surge una nueva reflexión sobre los desequilibrios geográficos impuestos por la pobreza y la riqueza, las brechas digitales y los apagones del aislamiento. Yo aún me estoy desprendiendo de la L que alerta al resto de los navegantes que todavía cuelga en mi ordenador el cartel de analfabeto digital y no me siento distinto a aquellos a los que no se les permite acceder a necesidades más básicas que la llave que te permite introducirte en la Red. 

Los desequilibrios de Internet no son más que el reflejo de otros desequilibrios que, a su vez, generan un incontable número de desigualdades. Y pensar que ello le resta democracia por su inaccesibilidad no sería del todo justo. En las urnas, en cada proceso electoral, ocupamos la misma fila personas con una amplia gama de estudios, unos mayores y otros inferiores, y ello no merma un sistema que se sustenta sobre pilares desiguales. 

Como los campesinos que trataron de reciclarse en los albores de la era industrial, los analfabetos digitales realizarán sin tanto esfuerzo, si los recursos y los gobiernos se lo permiten, el mismo peregrinaje hacia la Red. Un mundo en el que la interactividad, el intercambio de opiniones y la información contrastada con un simple clic nos hará más libres y menos dependientes de los medios tradicionales y de los poderes fácticos que se esconden alimañas tras ellos. Y ese nuevo poder ciudadano será una incógnita a la que tendrán que enfrentarse, con todas sus asperezas, una clase política que intentará extender sus tentáculos para abarcar una audiencia cada vez más dispersa gracias a las nuevas vías de comunicación. 

Octavio Caraballo
octavio.caraballo@senado.es

lunes, 18 de diciembre de 2006

Internet: L’eina que pot canviar les percepcions del món que ens envolta

Internet és l’eina que ens ofereix la possibilitat de crear una societat més personalitzada. És un pas més, un pas endavant per aconseguir una societat més lliure però, aquesta vegada -a diferència d’altres moments de la història- si fracassem haurem de generalitzar-ne les conseqüències. Ja no serà tant fàcil culpabilitzar-ne certes èlits de la jerarquia de la qual formem part.

Internet és una eina, no és una finalitat en si mateixa. Aquesta afirmació -que, en un primer moment pot semblar simplista-, comporta molts canvis de percepcions en tot el què comporta en la societat actual. Aquesta nova eina -que ja forma una part important de les nostres vides, almenys en societats com la nostra-, ens facilita la possibilitat de crear finalitats vitals des d’una aportació personal en cadascuna de les situacions en què ens trobem immersos. És a dir, ara podem participar des de la singularitat personal en el desenvolupament global -considerant global, tant la visió mundial com qualsevol relació que englobi vàries individualitats (ex: la unió dels aficionats a un esport, gent politizada al voltant d’uns ideals, etc...)-. Aquesta personalització comportarà dos tipus de subjectes clarament definits: L’actiu i el passiu. Fet pel qual, no ens podem oblidar que fora d’aquest món virtual, segueix existint el món generalista, per la qual cosa, ambdós móns s’hauran de complementar. No hi haurà una substitució d’un per l’altre, sino que a través d’un (l’eina) es podrà anar transformant l’altre (la finalitat).

Un exemple clar de tot plegat són els Weblogs, els diaris personals que, d’una forma gratuïta i sense cap mena de cost ni econòmic ni de dificultat, han permès comprovar per primer cop com l’eina “Internet” està oferint la possibilitat de participar en una multiplicitat d’àmbits abans inimaginables. Aquesta participació individual i/o col·lectiva (però sempre d’una forma voluntària i activa) permet difondre idees, unir sensibilitats, coordinar estratègies,... i, tot plegat, en tots els àmbits de la vida diària (ex: econòmics, culturals, polítics, etc...).

L’eina “Internet” ens permetrà complementar i, alhora, transformar, la vida real, però en cap cas subsituirà el món que ens envolta. I, tot, des d’una posició activa de tothom qui es vegi facultat i amb voluntat per utilitzar aquest nou mecanisme de transformació des de la participació. Internet ens aportarà més llibertat però, alhora, més responsabilitat, i això pot fer canviar les perspectives en què ens emirallarem amb els futurs conflictes que puguin anar sorgint.

Marc Roca

domingo, 17 de diciembre de 2006

Una revolución democrática

No somos testigos de los cambios que se avecinan, somos los protagonistas

A lo largo del siglo XIX una revolución tecnológica, socioeconómica y cultural lo cambió todo, la llamada “revolución industrial”. Con la perspectiva que proporciona el tiempo, estos cambios no fueron nada si los comparamos con los que estamos viendo en la actualidad, ¿cómo le vamos a llamar a esta nueva revolución? Todavía no lo sabemos, posiblemente porque estamos inmersos en ella, aunque lo que sí tenemos ya identificado es el entorno en el que se está desarrollando, la Sociedad de la Información.

Si la anterior revolución se caracterizó por cambiar lo manual por lo industrial, la actual prescinde de lo manual y sustituye lo industrial por el conocimiento; lo real por lo virtual; los bienes materiales por los contenidos, por el conocimiento, en definitiva por la INFORMACIÓN.

Pero quizás lo más característico de esta nueva revolución sea la velocidad y la democratización de sus cambios, y de esto hay un culpable fundamental: Internet. Gracias a su exponencial difusión- el número de usuarios está creciendo a un índice de un 10% al mes- Internet ha permitido que los cambios sean globales: en cuanto se “presenta en sociedad” un nuevo avance tecnológico, al poco tiempo su aplicación es universal sin importar donde esté el usuario, su formación cultural, sexo o edad.
Como era de esperar, los gobiernos se ha puesto las pilas y están implantando políticas para fomentar la utilización de las nuevas tecnologías asociadas a la sociedad de la información, apoyando el desarrollo de programas de investigación, y sobre protegiendo a los ciudadanos ya que, a mayor número de usuarios, mayores son los riesgos.

Pero paradójicamente, la democratización de las nuevas tecnologías y el uso masivo de gadgets tecnológicos hacen que estemos más solos que nunca, que nos comuniquemos más pero en la distancia, sin contacto físico, sin proximidad real, creando relaciones virtuales, basadas y sostenidas por la tecnología. ¿Se ha preguntado alguien cual sería el futuro de estas relaciones si se produjera un apagón tecnológico?

Amparo Portabales Dobaño

Una definición de periodismo digital

Una forma de empezar es intentar definir el concepto.

Si buscamos en la wikipedia, periodismo digital se define
como el reportaje o la redacción de hechos usando Internet
y distribuyéndolos por Internet; por tanto, la producción y
la distribución de noticias a través de Internet.

Para ello debemos ir a la definición de "online journalism"
que se encuentra en la versión inglesa pues en la española
aún nadie se ha animado a redactar una definición.

Alfons Palacios

sábado, 16 de diciembre de 2006

Un espacio para intercambiar ideas sobre el periodismo digital

Este primer post es sólo para poner en marcha este espacio de compartición de ideas sobre el periodismo digital, sobre sus oportunidades y sus retos.

Es un espacio que ponemos en marcha la professora Karma Peiró y matriculados y matriculadas en la asignatura Fundamentos de periodisme digital del postgrado en periodismo digital de la UOC y El Periódico.

Alfons Palacios